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miércoles, 18 de mayo de 2011

Expo Xaquín Rosales





Una apuesta arriesgada, original y madura, es lo que nos ofrecio Xaquín Rosales. Es algo más que una mera exposicion de sus fotos, es poesia visual interactiva, donde el observador puede coger las fotos y crear sus propias frases visuales. Y todo esto rociado con la extraordinaria poesía de Nora Mendez.
Gracias Xaquín y esperamos verte pronto de nuevo por aquí.
SALA MUNICIPAL.

Anaco, me explica Xaquin Rosales, fotógrafo amigo, significa Trozo en su idioma natal, el gallego. Así con ese trozo de palabra comienzo el recorrido por invitación de Xaquin a sus fotos, tratando de captar la imaginación volcada en cada una de ellas. Me han dado libertad para expresarme, podría hacerlo con un gesto o una canción, pero como soy poeta -esencialmente- lo hago con palabras, asi intento acompañar a mi amigo en su exposición en la tierra de El Tenderete, Islas Canarias.




En este nuevo viaje, que nos propone y muestra Xaquin Rosales, escuchamos el canto inequívoco de la poesía, su costura de silencio, amistad de sombras y el Hombre.  ANACO es una deconstrucción del paisaje cotidiano, un rechazo consciente a la arquitectura como máscara o consumo banal, que se decanta por el hueso y el polvo, hebra de cabelleras fantasmales.

El viajante de ANACO no puede rehuir la soledad,  corre sigiloso en deshoras y utiliza el rincón de catapulta a sus intenciones. Es un viajante cuya prisa le viene del corazón y nunca del reloj; conoce al mundo pero prefiere imaginarlo sin dejar de lado la denuncia fresca; su lenguaje es el hombro que lleva un ave por consciencia,  y en ocasiones encuentra jaulas que no intenta abrir.

Los colores de ANACO han sido intencionalmente apaciguados, como llamas de un incendio que es menos doloroso por ser gris. El blanco y negro borra el tiempo y fija una especie de fe. Son fotografías que fluyen sin movimiento.  Son movimiento sin acción. Acciones sin extravío, ingrávidas y gentiles como pompas de jabón. La locura ha mojado apenas sus bordes.

La poesía es su constante, la del viajero, que se nace y devuelve, va desde donde regresa. El tren de la soledad no tiene un único destino y este ser los conoce. ANACO es un mosaico primitivo, la metáfora de nuestra fragmentación y riqueza, un caleidoscopio del abandono. Xaquin Rosales ha coleccionado espejos en donde los hombres siempre podremos vernos reflejados precisamente por no poder ver nuestra imagen.     

El Viajante

A Xaquin Rosales
En el suelo hay un mundo
un dibujo hecho de sombra
constelaciones de Soledad
una piedra que hace de tiempo
y se detiene
el zoológico de focas sin arena.
En el suelo hay un mundo
otro mundo
ni más bueno ni más terrible
simplemente es otro
en la mirada que se agacha
que busca distraída,
en el suelo hay otro mundo
un trozo de lo que ha escapado de Allá


¿Es posible descubrir el agua
el sol, los caminos?
Todo está en los ojos
que despiertan o sueñan


Si  viajas lleva tachuelas amarillas
podrías encontrar un mundo que no comienza en la palabra
entonces
deberás colgar todo lo que te arroje la materia


El viajero lleva en suelas al camino
El camino lo lleva a él en hombros
Ambos se conocen pero no adivinan dónde acaban


Ensaya la vuelta a la perilla
la vuelta de la llave de la puerta trasera y la del frente
el paso
alto, para llegar al tren
fractil, para alcanzar la noche
treno, cuando va entre otras gentes
-nuevas como su fe-.
Ensaya la huída
el arribo
 al mismo tiempo el regreso,
en tránsito piensa
y mientras lo hace
 se rasca lo que ha sacado del zapato

Como una papalota busca luz
de alguna forma –y sin luna-
se ha extraviado


El espejo roto
como otoño que estornuda
gira y gira en manecillas degradables
El paisaje dio su vuelta por la carnicería
y en trozos viene a saludarnos con saudade


Ellas, las fotografías
Bailan quietas y en círculo
Su naturaleza es de mosaico
Residencia de las musas
Pasajeras invisibles de dulces charlas
Lejanas e íntimas como el Universo,
Adelas en el Carrusel,
Junos en la vasija
Están mirándonos
Y no van a decirnos nada

Son sueños suspendidos
resurrección  inasible.
Todo terminará en sus maletas de olvido


Nora Méndez, abril del 2011.

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